17 septiembre, 2004

[prosigue...]

Me encantaba mirarle el torso desnudo... era inevitable. Su bien marcado cuerpo me hacía recordar las figuras conocidas de los dioses del Olimpo; y luego me lo imaginaba con su manta blanca, al estilo romano.

Para enseguida hacer que mis pensamientos volarán y en la mente cambiara la imagen como él... un hombre fuerte... y en tanga. Jajaja, enloquecía mis sentidos, ver su cuello con las venas un poco saltadas hacía que me diera por convertirme en vampiresa y chuparlo.

Luego, miraba de nuevo su frente, su cabello... todo su rostro, y me gustaba delinearlo con los dedos... bajar lentamente con ambas manos por todo él, eso era magnífico. Besarlo significaría que me tendría que enamorar; y estaba dispuesta, sin medir las consecuencias. Pero como lo dicho, el que se enamora pierde.

Tenía íntegra mi capacidad de desnudarlo con la mirada, de tocar el borde de su pantalón de mezclilla, incitarlo. Eso también me gustaba. Mirarlo a los ojos, profundamente, robándole el aliento y dejando que mis manos hicieran el recorrido lento.

Cuando me daba la gana, lo apretaba firmemente contra mi, y nuestros pubis se encendían inmediatamente; sus ojos brillaban, y sus labios... ooh, sus labios, se estremecían (igual que ahora se estremece mi recuerdo), para sonreír a medias, anhelando y apretando lo que ambos deseábamos.

A veces, nos escondíamos detrás de una puerta, tocándonos, "manoseándonos" por encima de la ropa; disfrutando las anatomías y succionando todo lo que pudiéramos tener en la boca; el trabajo apenas comenzaba, y era bueno. Todo por una mirada.

Un día que salíamos de "Sangron's", decidimos tomar un taxi; él me abrazaba por la cintura y yo me recargaba en su hombro; eso no lo olvido. Asi que, con mi alma de niña inquieta, me le pegué mucho (más de lo que comunmente nos pegábamos en la calle), y como era de noche, pasaba la gente por un lado y otro y otro; todos buscábamos taxi; otros, sólo cambiarse de calle.

Venía planeando decirle, desde que estábamos comiendo un postre en el referido lugar, y me imaginé ke sería lo mejor al momento de estar dentro del taxi; pero no me aguanté. Justo en el momento que salimos a la puerta, me acerqué, le dije muy bajito en el oído: "Quiero hacerte el amor".

Se estremeción también; lo sentí y me gustó mucho. Jejeje, y además, el comentario rindió fruto desde el taxi, la puerta de la casa, el pasillo, las escaleras, y el cuarto. ¡¡Qué bello recordar!! ¡¡Bendita la mente humana!!

[aún hay más...]


OBSESION:
cada vez que como, reparto la comida con la lengua "equitativamente", de manera que le kede la misma ración al lado izquierdo, como al derecho.

MI HEROÍNA:
Almu, "la niña azul y amarilla".

C'est Finie?? Non.

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