PERO VA A DOLER....
(el tono severo característico, lleno de compasión... que te hace poner las orejas gachas y los ojos muy, muy en lo profundo del piso).

Ash! esa móndriga fracesita, ojalá fuera lo contrario. Sobre todo cuando se trata del corazón, y no literalmente en el sentido físico, sino en aquella metafísica que no vemos, pero que resentimos.

Si la ropa no tapara el cuerpo... si los ojos fueran realmente la ventana para ver el alma, no habría tantos heridos, ni doloridos, ni infelices; porque los hay. Unos muy ingeniosos y profesionales en el arte de disfrazar las emociones, los mismos en número que llegan a ser ingenuos y así, sobrepasados y victimizados. ¡Qué cosas! Y aún así, no se aprende la lección.

Que unos se ponen a orar, voltear santos (eit, yo los he visto), que los más se cuelgan hasta el molcajete o se barren y trapean con hojas de limón y cuidado si te van con todo y la sal. Es difícil, eso sí, pero igual vale la pena.

Verse frente a frente con ojitos como de borrego, tomarse de las manos y derramar melcocha a besitos, formando un caminito de dulzura y armonía. ¡Qué belleza! Y eso que recién comienza.
Ya más adelante, entrar en la casa y no salir ni por la despensa... no tener hambre, "porque se come de amor", y las nubes se sienten tan cerca. ¡No hay lugar para nada más! Solo ella y él.
Solos ambos, la pareja; envueltos uno por el otro.

Y ¡pákjatelas! Despierta la dialéctica, sintetizando que no van ni uno al lado del otro, una detrás de aquél, sino, como ha sido siempre en realidad: uno dentro del otro. Inmersos de por sí. Amando.

¡Ay's! Extraño, extraño.
¡Besitos! Muak, muak.

C'est Finie?? Oui.